CUATRO

DÉCADA 1960 1970

Nos trasladamos a una casa ubicada en la carrera octava entre calles quince y dieciséis, a dos cuadras del cementerio y del parque que estaba al frente del. Era grande, tenía dos patios, uno de tierra en la parte posterior, al cual se accedía bajando una pequeña escala de unos cuatro escalones. Propiedad de Luis Castro y Olga de castro, padres de Luis Fernando castro, con quien jugaba. El padecía una gripa crónica de origen alérgico.

Entre a validar la primaria en un curso de verano a la escuela "José María Sanclemente" para hacer el quinto grado de primaria, después de haberme retirado del colegio Luis Carlos Cobo por no haber dinero para pagar las mensualidades. Allí conocí a Benito Rueda y a Jorge Eliecer Triviño, con quienes entable una buena amistad. Jorge era Hijo de la señora Belia, quien atendía la tienda de la escuela y a quien conocí por ser amiga de mi padre, y tenía dos hermanas Betty la mayor de todos e Hilda la menor. Ellos eran mayores con 2 años de diferencia. Frecuentábamos bailes conseguíamos amigas y novias por todas partes. Recuerdo a Oralia Soto, Piedad Vinueza, Piedad Tofiño, Miriam López, Miriam Concha, con quienes aprendimos a bailar y a divertirnos. Teresa Gutiérrez fue una de mis primeras novias. Benito era el más conquistador, tenía un baúl lleno de recuerdos de las novias y una lista con más de 200 de ellas. Teresa, hija del ex gobernador Morales, lo visitaba frecuentemente.

La casa de Benito era grande, en el patio hacíamos ejercicio con pesas. Estaba ubicada en la calle 12 con carrera 10. Sus hermanas Nazaret, Eugenia y Neyla eran muy bonitas y burleteras. Tenía un primo pesista de apellido Vargas y estudiaba en la universidad nacional de Palmira. Su hermano Noremberg estudiaba medicina en la universidad nacional de Bogotá. Era muy asediado por las mujeres.

En una casa donde vivía Jorge Triviño, el patio lindaba con una trilladora, con un vagón para transportar bultos a través de carrilera. Nos pasábamos a montar en el vagón, y en una ocasión, Hilda se rayó las piernas con latas de zinc próximas al vagón. Betty estaba enamorada de mi hermano Marco y a mí me dedicaba un disco que decía "caballero de fina estampa".

Entre a estudiar el primero de bachillerato en el colegio "Académico" de Buga, centro educativo histórico fundado el 30 de Noviembre de 1743. Intente ingresar a la filarmónica pero las flautas no me sonaban, como no me sonaban las trompetas en la banda de guerra del colegio "Luis Ángel Salcedo" en el grado tercero de primaria.

"...Esta institución educativa, fue fundada en el año 1.743 en virtud de las donaciones por $90.000.oo (noventa mil pesos) que hicieron respectivamente Don Cristóbal Botín y Doña María Tenis y Gamboa, ilustres habitantes de la región. Dicha fundación estuvo a cargo de la compañía de Jesús, cuyos representantes conocieron en Quito la cláusula testamentaria de don Cristóbal Botín, en la cual solicitaba, junto con el cabildo de Buga, el permiso de la corona española. La licencia fue concedida mediante real cédula de Felipe V, rey de España en noviembre de 1.743 y así se funda el colegio en la ciudad de Buga.

En el nuevo colegio de los Jesuitas, se dictan clases hasta 1.767 cuando la compañía religiosa es expulsada de España y todos sus dominios en América a consecuencia de la aplicación de las reformas borbónicas. En las primeras décadas del siglo XIX a raíz de las luchas por la independencia el Colegio presenta períodos de poca duración por constantes cierres. Reiniciando labores en 1.826.

En 1.859, el colegio Académico establece su reglamento orgánico para la enseñanza secundaria, renovándose en 1.864 con el nombre de Colegio Mayor de Buga.

En 1.866 se establecen las facultades de Medicina y Cirugía. Entre los años 1.867 y 1.883, el colegio recibe una valiosa ayuda económica de $1.000.oo (Mil pesos) del estado soberano del Cauca, pero en 1.884, tanto los planes de estudio como el reglamento orgánico son orientados por el gobierno nacional, siendo esta la primera imposición administrativa de la nación, con lo cual se afecta la autonomía del colegio en cuanto a Educación Superior.

En 1.910, se crea una nueva biblioteca para el colegio con aportes bibliográficos del Presbítero Daniel Montoya Payan y el Doctor Alejandro Cabal Pombo, ya que durante el siglo XIX la biblioteca existente fue víctima de constantes saqueos e incendios por efectos de las distintas guerras civiles, toda vez que el edificio de la nación era convertido en Cuartel Militar.

En 1.912, se dispone para el Colegio la Instrucción Secundaria y se le da autonomía para manejar sus propias rentas, que se le quita al año siguiente (1.913) convirtiéndola en el LICEO PÚBLICO DE BUGA, situación ésta que duró poco, porque nuevamente en 1.914 se le devuelve la solidez y autonomía bajo la administración de una fundación que demuestra capacidades para el manejo tanto de sus bienes como de los programas de enseñanza superior permitiéndole crear posteriormente la Facultad de Bacteriología.

En la décadas de 1.930 y 1.940, fueron acontecimientos destacables para la vida de la institución: La creación del Consejo de Estudiante (1.933) y la inclusión de la enseñanza del deporte en los programas educativos (1.945), destacándose la práctica de natación en las aguas del Rio Guadalajara, en horas de la tarde.

En la década de 1.950-1.960, el colegio era un establecimiento de enseñanza clásica. Clases magistrales, disciplina centrada en castigos, llegando hasta la expulsión. Se le daba mucha importancia a los actos solemnes, se enseñaban materias reglamentarias con un carácter muy confesional propio de la época. Se exaltaban los valores patrios, los cívicos y los religiosos. El colegio vivió en 1.950 el gran acontecimiento de la creación de la Banda Filarmónica. El equipo compuesto por 21 instrumentos importados de Francia, tuvo un costo de $11.000.oo. Fue su director Don Miguel Jerónimo Barbosa y su primer número musical, la interpretación del Himno Nacional en la clausura de labores de dicho año. Era el Colegio Académico el primero en el país de tener Banda Estudiantil de Músicos

En agosto de 1.960, fue creado el Bachillerato Nocturno por iniciativa del Profesor Guillermo Herrera Moncayo, el cual llenó las aspiraciones de muchas personas que no tenían acceso a la educación diurna. Sus estudiantes vivieron y actuaron en muchos acontecimientos que afectaron al colegio en ésta década.

Las décadas de los 60 y 70 significaron para el colegio un período de agitada actividad estudiantil como reflejo de la lucha ideológica y la problemática social que se vive en el país: son constantes los paros, las marchas y las protestas estudiantiles, llegando a los enfrentamientos con las fuerzas armadas. Un hecho significativo de estos acontecimientos fue el asesinato del estudiante Jairo Potes Escobar en la madrugada del 5 de marzo de 1.966 por parte de un grupo de encapuchados que ingresaron violentamente armados a las instalaciones del edificio del Colegio en la carrera 13 con calle 5ª para desalojar a los estudiantes que permanecían en paro en protesta por la decisión de las directivas de expulsar a varios estudiantes que habían participado en una protesta de 48 horas en solidaridad con estudiantes del colegio Julia Restrepo de Tuluá .

La continuidad de las protestas callejeras por el asesinato del estudiante, obligó al gobierno departamental a pactar con los estudiantes el 15 de marzo, por lo cual se produce la renuncia colectiva de varios profesores, directivos y administradores. Así el colegio es cerrado por varios días.

La continuidad del movimiento estudiantil significó en 1.970 el traslado del colegio al nuevo edificio en el barrio El Albergue, aún sin haberse concluido. Ello se hizo bajo la presión de los grupos económicos del centro de la ciudad, de los grupos políticos y de las mismas autoridades.

Por esta misma época vivió el colegio una destacada actividad cultural y deportiva: la Biblioteca era escenario permanente para conferencias que disertaban sobre diversos temas sociales y políticos, se creo el grupo de teatro que inicia su labor con la obra ¨Romance en tres noches¨. Con el tiempo se pasa del teatro clásico español, al teatro de tendencia política; en el campo deportivo era destacada la participación de sus representaciones en Basquetbol, fútbol y atletismo.

El 9 de junio de 1.988, asume la rectoría del Colegio el Dr. José Holmer Reyes, persona en quien la comunidad educativa reconoce su espíritu emprendedor y de compromiso con el futuro engrandecedor de la institución. En esta última etapa de verdadera gestión administrativa las instalaciones del plantel recibieron ostensible mejoramiento, con la construcción y adecuación de las dependencias administrativas, encerramiento del predio, construcción de la zona de parqueo, reparación y mantenimiento de la edificación con grandes inversiones de las administraciones municipal y departamental. Así mismo desde 1.994 entra en proceso de construcción el Coliseo Cubierto como una necesidad sentida de la Comunidad Educativa, no solo para la práctica del deporte, si no como escenario de eventos académicos, cívicos, culturales y sociales.

El manejo de los bienes del colegio, que en el pasado estuvieron representados en haciendas, cabezas de ganado, etc. Hoy estos bienes están bajo la responsabilidad de la Junta Directiva de la Fundación Colegio Académico, cuya labor a través de su larga historia, parece que no ha sido muy acertada. Para recordar en los últimos años: en predios del colegio y con autorización de esta junta, el gobierno Departamental construyó el actual edificio del Liceo Mixto ¨Narciso Cabal Salcedo¨, sin que el colegio Académico recibiera contraprestación alguna; en junio de 1.988, el rector con autorización de esta junta directiva firma un Concordato con la Fundación Universidad del Valle, sede Buga, a 10 años, entregando el antiguo edificio de la calle 5ª con carrera 13, para que funcionara dicha universidad, a cambio de reparar la vetusta edificación que amenazaba ruina con aportes oficiales; la reparación se ha realizado en un 100%, pero en noviembre de 1.993, el comodato se amplió a 20 años, a partir de ésta fecha. Otros bienes que posee el colegio son la casa Cornelio Hispano ubicada en la esquina de la calle 5ª, carrera 5ª, entregada en comodato a la Fundación Grasas, para el funcionamiento del centro CENVOC, algunas acciones en el Banco Popular donadas por la Asamblea Departamental y los predios ubicados sobre la carrera 9ª entre el río Guadalajara y la calle 1ª, sobre los cuales, el colegio está en mora de demostrar su verdadero ejercicio de dominio.

En la actualidad la Institución Educativa Académico cuenta con una población de 2508 estudiantes distribuidos en las diferentes sedes. A pesar de las dificultades en que se desenvuelve la Educación Pública Oficial por el abandono del Estado, la institución continúa firme con el propósito de seguir siendo la Mejor institución educativa de la ciudad, para ello viene implementando diversas estrategias en todos los campos que redunden en la formación integral de sus estudiantes con las más altas calidades humanas e intelectuales. El compromiso y profesionalismo del selecto grupo de docentes, directivos y administradores en el desempeño de sus funciones; la colaboración decidida de los padres de familia; el interés firme y consciente de superación de sus estudiantes serán los elementos necesarios para continuar construyendo el presente y futuro de nuestra institución..."

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Ingrese entonces al centro literario "Ulpiano Tascon", presidido por Boris Conde, un alumno polémico pero brillante. Tenía que leer libros como tarea y aprender poesía. Me gustaba la lectura. Cuando salía del colegio, por la tarde, iba a la biblioteca municipal, al frente del parque Cabal. Allí leí "el origen de la vida" del ruso Oparin y a Theilhard de Chardin quien siendo cura católico francés, acepto la teoría de la evolución de Charles Darwin. También asistía a las audiencias públicas contra criminales, del tribunal situado enseguida a la biblioteca.

Leía libros como las aventuras Tom Sawyer, nuestra señora de Paris o el jorobado de notre dame del escritor francés Víctor Hugo. También obras del escritor inglés Oscar Wilde como el ruiseñor y la rosa, la importancia de llamarse Ernesto, el retrato de Dorian grey, el fantasma de canterville y otros libros de una colección de ediciones Aguilar, que mi hermano solicito a crédito y que se devolvió porque mi madre nunca pudo pagar.

En ese salón de clase estudiaban también Benito Rueda y Jorge Triviño, dedicándonos a la rumba y la vagancia, las novias, las amigas. También compartíamos aula con León Molano, primo de Hébert Gonzales, amigo de mi hermano y de la familia, Duque, Ramón Gonzales (Moncho), Roberto Rengifo, amigo de la infancia, Gerardo Holguín (platanote), hijo de un afamado médico de la ciudad, Abad, Joaquín Rengifo familiar de Benito (sapo extranjero), Vega (el enano) con quien tuve una pelea por acoso sexual. Era el grado 1C, por ser los de mayor edad, malévolos y obscenos. Recuerdo al profesor de matemáticas Ramón Quintero, quien practicaba la lucha libre profesionalmente, al profesor Mondragón de inglés (pata de Huevo), al profesor Herrera de Historia y geografía (Montesquieu) quien nos leyó el poema del mío cid completo, con tanta solemnidad que me causaba risa. Cierto día me saco de clase por interrumpir con una frase chistosa. Al profesor de literatura quien nos leyó Don Quijote, al profesor de biología (Chacal). En general todos los profesores desconfiaban de mí por mamagallista, era como si adivinaran que desconfiaba de sus capacidades.

Yo venía prevenido contra ellos por los cuentos que escuchaba a mi hermano y sus compañeros como Sergio (monopollo), Camilo Domínguez, novio de mi hermana Nury, quienes comentaban anécdotas acerca da su comportamiento autoritario, militarista y tiránico como el del profesor de religión el cura Carvajal, quien se pelaba a puños con los estudiantes contradictores de sus ideas, y en actos de rabia tiraba pupitres desde el segundo piso.

Con Benito nos dedicamos a vagar de baile en baile, de novia en novia y de pelea en pelea como cuando Por razones de celos, retamos a pelear a Gerardo Restrepo, en forma de pandilla. Me sentí muy mal y prometí nunca más ser pandillero. En el salón se formaron pandillas con jefes cada una, con insignias, lemas y arengas, que se enfrentaban en sitios de la ciudad donde se citaban previamente. Yo concluí que esa es una herramienta del sistema para seleccionar líderes que lo defienden.

Cuando perdí primero de bachillerato, mi hermano perdió cuarto. Nos pusimos de acuerdo para darle la noticia a mi madre, quien nos encendió a látigo y a tirarnos todo lo que encontraba a su paso como materas. Se puso histérica, terminando por llorar desconsoladamente. Mientras mi hermano se burlaba, yo trate de consolarla recibiendo como respuesta un empujón y una mala palabra ofensiva.

La última vez que mi hermano se metió conmigo sucedió cuando me obligo a jugar con él a tirarnos piedras. Me rompió la frente con una, sangrando abundantemente. Mi madre se enojó conmigo por aceptar jugar con él. Desde ese día cambio conmigo, me enseñó a jugar ajedrez el mismo día que él aprendió con su amigo Vergara, utilizando botones como fichas y un tablero dibujado, dedicándose a este juego como una pasión o escape emocional. Mi madre le compro uno de plástico tres estrellas.

Sospecho que por esos días mi hermano aprendió la teoría comunista que estaba de moda y que en Buga tuvo personajes muy importantes como los hermanos Mutis, Ciro y Eduardo, Camilo Domínguez, Ciro Caicedo, militante del partido comunista de modo clandestino, quienes pretendían cambiar la conciencia del proletariado con la fuerza de la mente y los discursos dialecticos y eruditos para impresionar a las masas proletarias y hacerlas reaccionar en contra del sistema. También Ricardo Torres, familiar de Omar torres, un cura revolucionario hermano del dueño del colegio "José María Cabal", Antonio Torres, quien en compañía de Francisco Garnica de Cali y Alberto Morales de Palmira, construyeron un frente guerrillero entre las zonas rurales de Guacari, Ginebra y Buga, del denominado ejército popular de liberación, brazo armado del partido comunista marxista leninista maoísta (ML), escindido del partido comunista línea rusa del senador Gilberto Vieira White.

Eran los días de la persecución contra los "bandoleros", personajes que habían sido utilizados por el sistema en la violencia liberal conservadora para desplazar al campesinado hacia las ciudades como marginados sociales y convertirlos en obreros de las fábricas que se construyeron en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, y sembrar esas tierras con el cultivo intensivo de café para la exportación, como estrategia de desarrollo económico orientado por el imperio capitalista.

La radio transmitía en directo como noticia extraordinaria, el momento del enfrentamiento para su captura de personajes como "sangre negra", "siete colores", "chispas", quienes después de una cinematográfica resistencia de horas y días, caían abatidos por las balas del "orden establecido", mientras personajes como Manuel Marulanda Vélez se organizaban como guerrillas comunistas, declaraban república independiente el sitio conocido como Marquetalia y realizaban su primera acción de guerra en el municipio de Inza Cauca, dejando 17 policías del sistema muertos.

También eran los días del ciclismo, de la vuelta a Colombia transmitida en directo, surgiendo héroes como Ramón Hoyos Vallejo, Roberto "pajarito" Buitrago, Hernán Medina Calderón, Miguel Samaca, Severo Hernández, Javier Suarez, Martin "cohise" Rodríguez, Mario "papaya" Vanegas, Rubén Darío Gómez, Pablo Hernández y mi héroe, el ciclista bugueño Carlos Montoya del club Estambul, quien sin equipo fuerte les hacía oposición en la competencia de montaña, ocupando casi siempre uno de los cinco primeros lugares en cada vuelta en las que participo. El equipo del valle, casi siempre patrocinado por la fábrica de gaseosas "CANADA DRY" era conformado por buenos pasitas como Jaime Galeano, Jairo Grijalba, Olmedo Brito, José Ramón Garcés, Luis Alfonso Reátegui y Luis H. Díaz, quien emulo a Carlos Montoya en la montaña.

La pobreza era cada vez más evidente, lo cual nos acomplejaba a todos los hermanos, vislumbrando un futuro incierto. Me angustiaba tener que ir a prestar plata a las amigas y vecinas de mi madre, a fiar en la tienda y en el supermercado de don Idelfonso, mercado que siempre se acababa tres o cuatro días antes de la quincena, supliendo la alimentación con changua (caldo de agua con huevos y cebolla).

La última vez que asistimos a la piscina y a comer naranjas limas dulces del club Guadalajara, del cual fue miembro mi padre, converse con Pilar Racines, hija de un médico, muy bonita y extrovertida, a quien yo le gustaba. Me pregunto dónde estudiaba. Al contestarle que en el colegio académico, me dijo ingenua y desprevenidamente, que estudiara en el gimnasio central del valle, que el académico era de baja categoría. No le conteste nada, me quede pensativo, reflexionando sobre dicha opinión, relacionándola con la realidad del sistema.

Varias peladas bonitas, hijas de amigas de mi madre, se mostraban interesadas en mí insinuantemente me invitaban a su casa y fiestas. Mi madre se preocupaba y sacaba regalos fiados. Eso me preocupaba y acentuaba mi malestar social y empecé a rehuirlas, despertando curiosidad y rumores mal intencionados.

Deje de frecuentar la amistad con Benito y Jorge Triviño. Con Jorge viera, también del grupo, quien nos suministraba la loción de moda "pino silvestre" que su familia traía de los estados unidos al igual que los famosos bluyín de marca "Lee", que desteñían, tuve una pelea cuando estando conversando en el parque José maría cabal, mi madre paso rumbo a TELECOM, en horas nocturnas, se burló con ironía y grosería, irrespetando su condición de mujer trabajadora. Con el ya habíamos tenido roces por Piedad Tofiño, quien siendo novia de él me coqueteaba.

Ellos tenían la filosofía de ser vagos, al estilo de los play boy, gigolós o niños bonitos y conquistadores de mujeres, de buena y alegre vida, licores, diversiones, aventuras y éxito social.

Machistas, despreciaban y se burlaban de las personas que consideraban inferiores a su clase social.

Haciendo un gran esfuerzo, mi madre nos matriculo en el colegio privado "José María Cabal". Me dedique con pasión a jugar futbol con mis nuevos amigos: Los vecinos de la casa y del barrio. Los hermanos Orlando y Mario Hernández, los hermanos Jorge y Germán Patiño, quienes antes de hacernos amigos, pasaban corriendo y me daban una palmada leve en la cabeza. Llegaba del colegio y jugaba futbol en la cuadra hasta tarde de la noche, muchas veces sin comer. Después nos conectamos con la gallada del parque del cementerio en la cual recuerdo a Camilo Vargas y su primo Memo Zúñiga, los hermanos Wilson y William Ocampo, quienes vivian en la casa de un parqueadero, frente al parque por la calle novena. Los hermanos Sergio, Jorge y Alberto Buitrago, hijos del sargento Buitrago profesor de educación física del colegio académico, Jorge Potes, los hermanos Samuel, Álvaro y Roberto Rengifo, los hermanos Fabio y Álvaro Romero. Diego Pineda. Éramos unos cuarenta o cincuenta muchachos que parchábamos en la gallada todas las noches. Recuerdo las batidas que hacia la policía en sus carros que llamábamos "jaulas o bolas". Siempre me sabia esconder ya era trepándome a los arboles gigantes o metiéndome en las casa de los vecinos. También frecuentaban el parque muchachos de otros barrios como pacho el peludo quien era vendedor de naranjas en una carreta recorriendo las calles de la ciudad, otro que le decíamos "mamey" y otro a quien le decíamos "Tarzan" por su corpulencia física, de apellido Vargas.

Termine el grado primero que repetía, habiendo peleado definitivamente con Benito Rueda por un encuentro a golpes que tuvimos, pues no soporte sus constantes burlas hacia mí. No asiste a los exámenes finales ni a la clausura porque me fui a la finca de la familia Hernández sin avisarle ni pedirle permiso a mi madre. Se llamaba "Maracaibo" y estaba ubicada en la zona rural de Sevilla Valle. Tuve un accidente al rasparme el hueso "tibia" de la pierna izquierda y aguante una semana con altas fiebres. Estando en esa finca, escuche la noticia del secuestro de un señor ganadero de apellido Lara, uno de los primeros que empezaban a sucederse por esos días y quien apareció muerto cerca de la ciudad de Palmira. Cuando regrese de la finca, mi madre estaba enojada y me sentencio que no me iba a matricular nunca más en colegio alguno, y que su única esperanza era mi hermana Teresa, quien ese año entraba a cursar el cuarto grado de bachillerato comercial y en el cual se graduaba de técnica en comercio, en el colegio Santa Mariana de Jesús.

En esas vacaciones, con mi hermano, Samuel, Roberto y Álvaro Rengifo, fuimos a coger algodón a una hacienda cercana a Buga, propiedad de Zósimo, un corpulento y moreno personaje, que practicaba halterofilia y pertenecía al grupo de los hermanos Miguel, José, y Aristipo Toro, terratenientes que imponían su ley en la sociedad de Buga. Madrugábamos a las cinco de la mañana, caminando por la carrilera del ferrocarril hasta llegar a un camino destapado que conducía a la hacienda algodonera. En los dos meses ganamos algún dinero que nos pagaban los sábados, según la cantidad de kilos cogidos. Fue una dura pero aleccionante experiencia que me enseño acerca de la vida de los trabajadores del campo, jornaleros o proletarios agrícolas, que el común de la gente llamaba "iguazos". En el año 1960 nace mi sobrina Sandra Lilly y mi sobrino Barney Alberto en el año 1961, hijos de mi hermana mayor Lilly.

AÑO 1963

En ese año lectivo que no estudie, estuve alternando entre la vagancia, algunos pequeños trabajos y el futbol. Trabaje en la fuente de soda Buga, propiedad de una familia vecina de la casa en la que vivíamos en la calle 16 entre carrera séptima y octava, cuyos nombres eran José el padre, María la señora y Jesús el hijo. Allí dure una semana lavando platos.

Con Edgar Libreros, vendíamos estampas del milagroso, la virgen y de otros santos religiosos y conos en el atrio de la basílica de Buga a los peregrinos.

Por las tardes iba a esperar a mis anteriores compañeros del colegio José María Cabal en sus clases de educación física, para jugar futbol con ellos y otras tardes iba a una cancha llamada "planetica", a jugar con mis amigos del barrio, y por las noches jugaba en el parque del cementerio. Cogí el ritmo de futbolista y entre a jugar a un equipo de la tercera división que organizaba el comité municipal de deportes llamado "estrella Roja", propiedad de los hermanos Arango. Luego jugué en estudiantes de la plata, organizado por Álvaro Rengifo. El presidente del comité de deportes era un señor de apellido Ospina, a quien le decían "mundo puto", por su carácter adusto, quien además era locutor deportivo de la emisora voces de occidente del programa "mundo deportivo" y era árbitro de la mayoría de los partidos. Me hice hincha del equipo América de Cali, escuchaba sus partidos sagradamente todos los domingos, cuando el Barbi Ortiz era su estrella. Me volví muy amigo de Camilo Vargas, de peinetica Ibáñez y de la gallada del barrio santa bárbara, Jairo Gonzales, Vicente Herrada, cuyo padre tenía panadería. Asistíamos a bailes. Era un grupo muy alegre y buenos futbolistas. El sitio favorito era un balneario ubicado en el corregimiento de mediacanoa, donde bañamos en la piscina y luego bailábamos hasta tarde de la noche con amigas. Una de ellas era Idalia Serna, con quien tuve un pequeño romance y en cuya casa hacíamos baile. Su hermano era bailarín profesional. Allí baile por primera vez el bugaloo.

Mi madre tal vez haciendo un gran esfuerzo y compensar un poco el no haberme matriculado, me regalo un juguete que era un tanque de guerra de pilas que giraba mientras disparaba luces rojas. También me compro medias de futbol al compadecerse de verme tejiendo unas de lana, guiado por mi abuela, luego de comprobar que no me las quería comprar.

Con la gallada de mi cuadra, Mario y Orlando Hernández, nos pasábamos trepados en la tapia que dividía la casa de ellos con la mía hasta que un día se cayó, quedando comunicadas las casas por un buen tiempo. En el patio jugábamos campeonato de tiros libres con el balón de futbol. Una tarde por una jugada discutida, Orlando peleó conmigo y me tiro un ladrillo a la cara que logre esquivar con el brazo, en presencia de las dos familias.

También íbamos mucho al rio. Una tarde haciendo una clavada, me herí en el pubis con las rocas salientes dentro del agua. Se me veía la vejiga. Cuando asustado le conté a mi madre, me contesto que eso me pasaba por vago. Me cure solo con alcohol y mercurio. Hacíamos competencias maratónicas hasta el rio Guadalajara con algunos amigos del colegio José María Cabal como Munir, pasando por un famoso y antiguo puente sobre el rio.

Por esos días mi hermano estaba progresando en el ajedrez. Había quedado campeón municipal y se destacaba en los campeonatos departamentales. En una ocasión que el equipo de Buga viajaba a Cali a jugar el campeonato departamental en horas de la noche, mi hermano me llevo. Mientras él jugaba en un local cerca de la plaza de Caicedo, yo salí a caminar. Cuando regrese ya se habían ido, asustado camine hacia el parque y afortunadamente estaban por ahí buscándome. Cali me atraía mucho cada vez que me llevaban.

Sus amigos en el ajedrez eran Hebert Gonzales y Víctor Vizcaíno. El padre de Hebert tenía una empresa de transporte llamada "TRANSPORTES MARAGON", en cuyos camiones las familias hacia paseos. Acostumbraban tomar licor escuchando tangos en muchas ocasiones, como en las despedidas cuando alguno viajaba a la capital.

Siempre he sido muy pensativo, lo que me hacía distraer y equivocarme cuando hacia mandados a mi madre. Le compraba lo que no era, o me iba caminando, pensando en otras cosas y se olvidaba, recibiendo muchos regaños. Un domingo, mis hermanas Nury y Teresa iban para cine y me mandaron a traer las boletas. Inconsciente o no sé por qué motivo, con esa plata entre al cine y vi la película cómica, "el mundo está loca loco" en la cual me reí lo suficiente como para compensar el problema en el que me metí, sobre todo con Teresa, quien me hizo severo escándalo con histeria y todo. Me ofendió tanto que le pegue un puño en la cara, lo que ocasiono que le contara a todas sus amistades haciéndome quedar mal, sobre todo con sus compañeras del colegio religioso de las Marianas. Ella era muy exigente con mi madre. Quería vivir como sus amigas "ricas" del colegio. En alguna ocasión antes de irse a trabajar en el turno de trasnocho de Telecom, mi madre desesperada se enojó tanto que se puso histérica y a empezó a tirar todo al suelo como loca. Ese año nace mi sobrino Raúl Santiago, tercer hijo de mi hermana Lilly.

AÑO 1964

En Junio de 1964, mi abuela convenció a mi madre de irnos a vivir a Cali. Consiguió un apartamento en el tercer piso de un pequeño edifico del barrio Miraflores. Hebert Gonzales nos prestó uno de los camiones de la empresa de su padre "TRANS-MARAGON". Víctor Vizcaíno, amigo también de mi hermano, nos acompañó en el trasteo. Cuando llegamos a Cali, me alegre mucho, ya podía ir a los partidos del América. Mi madre y mi hermana Teresa, se quedaron en Buga, mientras mi madre gestionaba su traslado en Telecom y mientras mi hermana Teresa terminaba el cuarto de bachillerato, en el cual se graduaba como experta en comercio y contabilidad. El apartamento estaba ubicado en el tercer piso de un edificio ubicado en el barrio Miraflores. La calle era empinada y terminaba en una loma donde elevábamos cometas y jugábamos. En la parte inferior de la calle había unas gradas que comunicaban con otra calle que completaba la manzana llegando a la misma loma formando un circuito, por el cual corríamos apostando carreras. En esas gradas tropecé y se me quebró un diente, quedando mueco por mucho tiempo. Con un amigo que vivía en san Cayetano, un barrio vecino, practicábamos toreo con una capa y unos cachos de su propiedad. Se llamaba Alfonso y creo que se convirtió en torero.

Hice buenos amigos en ese barrio, jugábamos, bailábamos y nos divertíamos mucho. Decían que me parecía mucho a un amigo de ellos que se llamaba Jaime, al cual quisieron mucho y que había fallecido por esos días. Constanza, Libia Rojas, Mauricio, Mario y Miriam Sánchez, cuyo padre trabajaba en CROYDON, empresa de Estados Unidos que fabricaba zapatos tenis blancos, Amparo y Enio Gómez, cuyo padre trabajaba en una empresa llamada J:G:B. productora del famoso complemento alimenticio "Tarrito Rojo". Jean y Llana Plevac, de ascendencia Yugoslava.

Libia Rojas, consuelo, Mariano, Abatico, quien tenía bicicleta y nos íbamos hasta las afueras de Cali, que en ese entonces, su casco urbano llegaba hasta la plaza de toros, sitio donde confluían la avenida Roosevelt con la calle quinta. A partir de allí, había casas fincas separadas por callejones en los cuales se encontraban diversos árboles frutales como el del mango.

Tuve noviazgo fugaz con Dora, pero los celos me hicieron terminar con ella. María Cristina Bravo vivía en el segundo piso. Conversaba mucho con ella y me invitaba a comer frecuentemente. Ella me besaba apasionadamente, disfrutaba pero sentía temor. Ella se burlaba de mí y a veces me rechazaba, haciéndome sentir mal, como regañado.

Amparo Gómez vivía diagonal a mi apartamento. Subía a la terraza en lycra de gimnasia. Escuchaba música de Cesar Costa, Paul Anka, Leo Dan. Jean Plevac escuchaba a los Beatles y su hermana Llana Plevac era alta, rubia y de ojos azules. Con unas amigas vecinas, íbamos al rio Meléndez a nadar y bailar con la música de los Golden Boys y los Bobby Soxer.

Benito Rueda me visito un día y le presente a mis amistades. Con el fuimos a visitar a Joaquín Rengifo (el sapo extranjero), quien era pariente de él y se había venido a vivir al barrio Colseguros, un barrio en construcción cerca al hipódromo, lleno de lotes y terrenos vacíos a su alrededor.

Económicamente fue duro ese intento, la plata no alcanzaba y mi abuela hacia milagros para conseguir la comida. Caminaba hasta el barrio obrero para fiar en la tienda de Antonio Santana, marido de su sobrina Aqueda Morales, padre de mis primos Jesús, Stella y Gustavo. La dieta era a base de soya, en forma de sopa, en tortilla y en avena.

Con la ayuda de mi padre, pues mi madre no disponía de dinero y no estaba muy interesada en mi estudio, ingrese a estudiar el segundo de bachillerato en el colegio Villegas, con servicio de transporte. Era el mejor colegio en matemáticas, el profesor era japonés. Los profesores eran serios y respetaban a los alumnos, trato diferente a los del colegio académico. El profesor de gimnasia era Pedro Grajales, campeón suramericano en Atletismo de los 400 metros libres. Me volví un experto en el pique de arranque. Ese colegio me gusto y estaba aprendiendo bastante. Mi hermana Maritza entro a estudiar en una escuela cercana a la casa.

El 24 de Diciembre de ese año, mi padre nos visitó, y recuerdo que nos comentó que con las cesantías que le iban a dar, nos compraría una casa. Me dio dinero antes de despedirse con el cual fui al poco rato, a comprar pólvora al parque santa Librada. Allí estaba mi padre acostado y pensativo. Me contó que su mujer se había venido de Cartago a vivir en Cali en el barrio san Cayetano. Se notaba triste y preocupado. Me despedí con nostalgia a quemar la pólvora con mis amigos. Quebramos un vidrio de una casa que tenía forma de barco y quedaba en una esquina. Tuve que ayudar a pagarlo.

Cuando mi madre nos visitaba, renegaba de la loma. Me trajo regalos de niño Dios y nos anunció que en Enero nos volvíamos para Buga, pues el traslado, la empresa Telecom, se lo negó.

Mis amigos me despidieron con mucho cariño. Desde un principio me aceptaron e inclusive llegue a disputarle la jefatura del grupo a Mauricio Sánchez.

AÑO 1965

En Buga, volví a jugar futbol de forma apasionada y a ganarme algunos pesos con el rebusque. Vendía cigarrillos de contrabando que traía Medardo, el hermano mayor de los Hernández, en los bares y artículos japoneses, que en ese entonces eran considerados de mala calidad.

Los domingos vendía panela que don Luis traía de la finca. Vendía periódicos en el granero de la familia Pérez, donde le fiaban el mercado a mi madre, que siempre se agotaba dos o tres días antes de la quincena, tocándonos comer changua (caldo de huevo con cebolla y papa), durante esos días.

Por esos días entro a la gallada un muchacho que le decíamos pichichi Rojas, porque su padre trabajaba en el ingenio pichichi y ellos vivían dentro de sus instalaciones. Me comento que Amparo Rengifo, vecina y muy amiga de mi hermana, se lo había dado. Una noche la visite cuando ella estaba sola en la casa. Se lo pedí y acepto, solo por encimita. Fue mi primera experiencia. Nos sentamos en el andén a conversar, todavía agitados y contentos. Pasó mi madre y de mala forma me dijo que me entrara, lo que provocó una reacción de enojo con ella.

Pichichi Rojas era amigo de Danilo Toro, hermano menor de la temible familia Toro, terratenientes dueños de haciendas algodoneras. Eran famosos por sus corpulentos cuerpos, buscadores de pleitos y de armas tomar. Danilo era buen muchacho pero estaba aburrido en su casa y tomo la decisión de volarse junto a pichichi Rojas. Los buscaron por todas partes hasta con anuncios en la prensa y radio ofreciendo recompensa.

También anduve con Iván Ospina quien tenía una hermana llamada Norma, muy bonita. Iván jugaba futbol y era muy violento. En un partido peleo con otro rayándole la cara con una cuchilla que manejaba con habilidad entre sus dedos. Estaba enamorado de Amparo Rengifo y me pedía que lo ayudara a cuadrarse con ella. Tenía bicicleta en la que salíamos y me invitaba a mecatear.

Los hermanos de Amparo eran Álvaro y Diego. Diego era cansón y me decía choza por mi pelo.

En esa cuadra también recuerdo a Linares, de Cerrito, quien jugaba muy bien futbol.

Mario Hernández, German Patiño y yo éramos tripleta invencible en la delantera del equipo de la gallada del barrio jugando futbol contra las galladas de otros barrios como la de Mamey, un excelente jugador pero que tenían fama de peligrosos. Una de las canchas preferidas para jugar era la llamada "planetica", cerca de la carrilera del tren y del rio Guadalajara.

Después del equipo "estrella roja", entre a jugar en "estudiantes de la plata", dirigido por Álvaro Rengifo. Llegaba a la casa tan lleno de golpes y morados que mi abuela me decía que parecía un Nazareno. Cuando había fracturas y quebradas de mano, la sobada era lo más duro.

De la gallada del parque recuerdo también a Balanta, al negro Potes, a Diego Pineda, los hermanos Fabio y Álvaro Romero, al tartamudo Medina y su hermana quienes vendían flores en el parque del cementerio. Al enano Vega, a Tarzan Vargas.

En ese año de 1965, mi hermana se graduó en comercio cursando el cuarto de bachillerato. Entre sus mejores amigas recuerdo a Rosa Nelly Arias. Por esos días el Twist era el baile de moda, el yeyé y el gogó. Mi hermano Marco a quien le gustaban las rancheras y los tangos, decía que esa música era para maricas.

A la vuelta de la casa vivian las hermanas Cabal, quienes tenían venta de sabrosos helados o polares como se dice en Buga. En la tienda de la abuela de Amparo, doña Trina, mecateábamos y comíamos manjar blanco que ella preparaba en fogón de leña. A veces me ponía ayudarle a vender.

Jugábamos vuelta a Colombia con tapas de gaseosa que rellenábamos con cera y le colocábamos números cubiertos con vidrio. Gerardo Ortiz era chistoso y buen amigo. Estuve en la finca de su familia cerca de Buga donde tenían arboles de cacao.

Recuerdo que estando en la tienda de doña Trina, leí un artículo publicado por la prensa mejicana sobre una entrevista a Fabio Castaño, líder de la guerrilla "ejército de liberación nacional ELN" titulado "tiembla la burguesía en Colombia" Me llamo mucho la atención, sobre todo la foto grande con su sombrero y su bigote estilo mejicano.

Las hermanas Amparo y Esperanza Giraldo también vivian por la cuadra y tenían un hermano quien fue novio de mi hermana Maritza.

Recuerdo también a Cuca Martínez, así le decían porque era "cucarachoso" haciendo gambetas cuando jugaba futbol. Era muy locuaz y de alto bagaje cultural. Su familia pasaba por muchas necesidades económicas, vivian en un garaje frente a mi casa, habiendo muerto una pequeña sobrina suya por desnutrición falta de atención médica.

Ramón Gonzales y su hermana Idalia, cuyos padres tenían un negocio de fotografía Kodak (foto Linen) fueron buenos amigos tanto de mi hermana Teresa como míos. Con Ramón íbamos a la hacienda Líbano a traer leche.

Entre a estudiar el segundo año de bachillerato en el colegio "José maría Cabal", propiedad de Antonio Torres con la colaboración de toda su familia. En ese colegio conocí a Rodrigo Domínguez, hijo de Nohemí, dueña de una de las mejores casas de citas de la ciudad. Empatizamos y jugábamos en clase haciendo rodar un lápiz, contando las veces que cayera en la marca. También en los mapas a encontrar nombres de sitios geográficos. Las clases pasaban rozando nuestros cerebros. Por esos días paso el padre (cura) Omar Torres, hermano del dueño del colegio, invitando a escuchar en la plaza de Bolívar, un parque ubicado a la orilla del rio, entre el puente la libertad y el hotel Guadalajara, el mejor de la ciudad, a padre (cura) Camilo Torres. Corrió el rumor del peligro de ir a escucharlo, intente hacerlo, pero al ver más ejército que gente, seguí derecho por la avenida del rio, con cierto temor y apresuradamente.

Descubrí que sentía pánico de las multitudes o sitios tumultuosos, cuando alguna vez fui con mi padre y el tío Antonio. Después de subir las gradas e ingresar al restaurante lleno de gente y con vista al sitio donde aterrizaban los aviones. El ruido de estos y las miradas de la gente, hicieron que me sintiera como paralizado. Mis piernas no me respondían, el aire me faltaba. Logre sentarme con dificultad y no comí nada aduciendo que no tenía hambre. La verdad era que las manos tampoco podía moverlas con precisión.

En ese colegio conocí también a Alberto Jaramillo, quien estudiaba en cuarto grado de bachillerato. Transcurría el año de 1965. En una ocasión, cito a una reunión a todos los alumnos del colegio para explicarnos una situación que se estaba presentado en el colegio académico que estaba en víspera de una huelga estudiantil contra las anormalidades que sucedían por parte de sus directivas y profesorado. Ese mismo día, por la tarde al terminar la jornada, nos dirigimos al colegio académico un grupo de compañeros del colegio encabezados por Alberto Jaramillo. La reunión era a las 7 p.m. Estábamos en la reunión cuando quitaron la energía y no pudimos continuar. Esa misma noche conocí a peluca Osorio, un compañero que militaba en el movimiento obrero estudiantil colombiano (MOEC), que estaba detrás de la iniciativa de la huelga. Con él y otros compañeros, salimos a pegar avisos escritos en papel periódico y a escribir letreros en las paredes por toda la ciudad, denunciando a las directivas y profesorado del colegio académico por corruptos y autoritarios. Fue mi primera actividad como militante de la revolución. Por este hecho expulsaron del colegio a quienes estaban promoviendo la huelga y por ello esta se frustró. El uniforme del colegio era blanco hasta los zapatos para las ceremonias y desfiles por la ciudad. La gente nos decía "los palomos".

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